domingo, 16 de febrero de 2014

De niño a Cocodrilo.

Las cicatrices de la piel son el tejido que se forma sobre una herida, a medida que la piel sana. Pueden ser vistas tanto de forma positiva, si es que se les da un significado de que se ha vivido una experiencia que ha dejado huella tanto en nuestras memorias como en nuestro cuerpo; o bien, de manera negativa, si se les ve como una imperfección estética. Independientemente del significado que se les de, estas permanecerán en nuestro cuerpo hasta el fin de nuestros días. 



Dentro de algunas tribus dichas marcas toman una connotación positiva, e incluso, quienes las poseen exponen por medio de estas que han pasado a la madurez, o son simplemente un símbolo de belleza o de status. Tal como sucede en algunas tribus africanas de Papua, Nueva Guinea.




"Los hombres cocodrilo" practican la escarificación para asemejarse a la estética de los cocodrilos, el animal más venerado de esta región; es un ritual que se practica como una transición de la adolescencia a la adultez, aunque también la llevan a cabo hombres adultos.

El proceso del ritual no es muy complicado, sin embargo, el que se somete a él está consciente del dolor que éste conlleva al igual que de su duración.
El día comienza con un baño de agua helada para adormecer la piel, para que después se proceda a cortar la piel. Si bien antes las cicatrices se hacían con bambú, ahora se hacen con hojas de afeitar.



El ritual dura varias horas, en las que la piel del joven será cortada varias veces. Debido a que los cortes se realizan en varias zonas del cuerpo, puede suceder que se haga un corte tan profundo y extenso que  provoque extremo e incontrolable sangrado, y finalmente, la muerte. Por lo cual éste proceso es sumamente peligroso, siendo común que se presente la muerte de una o dos personas durante cada ritual.




Cada corte hecho tiene una figura y significado especial.



Durante el proceso, los hombres reciben únicamente el apoyo de sus familiares hombres, debido a que a ninguna mujer se le permite la entrada al sitio donde se practica el ritual, pues se les prohíbe tocar a los hombres que recién han pasado por este proceso. 





El objetivo de estas laceraciones es el marcar en la piel cicatrices que se asemejen a la piel de los cocodrilos, pues de esta forma anuncian al mundo que ahora son adultos con la fuerza de un cocodrilo.


Otra creencia que se tiene sobre esta dolorosa práctica es que al nacer los niños tienen dentro de su sangre la sangre de sus madres, por lo tanto, mediante este ritual depuran la sangre de sus madres, quitando todo rastro de femeneidad del cuerpo del hombre. 





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